Elecciones en México ( I ): entre Tlatoanis y Emperadores.


Luego de unas largas vacaciones, estoy de regreso para seguir charlando con ustedes sobre historia. El gran tema de este año (por lo menos en México) son las elecciones presidenciales. No hay forma de evadirse; los mexicanos estamos rodeados por cientos de miles de spots, anuncios, llamadas telefónicas y otras cosas que nos recuerdan que en diciembre tendremos nuevo presidente. Y eso que apenas están comenzando las campañas electorales...!

Durante todo este año habrá muchísimos análisis sobre las elecciones, los debates, los candidatos y sus propuestas. Yo lo que voy a hacer es una breve historia sobre las elecciones en México. Cómo se ha distribuido el poder, con base en qué reglas y para qué nos ha servido.

A pesar de que estamos acostumbrados a decir que "las elecciones no sirven para nada, puesto que los de arriba ya lo decidieron todo", la verdad es que nuestra historia electoral es apasionante y muy compleja, por lo que vale la pena revisarla.

No le jugaré al profeta para decirles quién será el próximo presidente de México, pero espero que con esta revisión sobre nuestra historia electoral podamos entender mejor el triunfo del que gane este próximo dos de julio.

En su libro Toltecáyotl, el gran Miguel León-Portilla dice que en Tenochtitlan, los Tlatoanis eran elegidos a través de un proceso de consulta y negociación entre las élites mexicas. El nuevo Tlatoani era "pepenado" por los sacerdotes y los militares, quienes lo daban a conocer al pueblo, en lugar de que el candidato abiertamente manifestara su deseo de convertirse en el nuevo señor de estas tierras.

La "pepena" mexica se parece al "destapamiento" que se efectuaba durante los gobiernos de PRI, pero no tienen ninguna otra relación. Sin embargo, nos muestra que los mexicas acostumbraban elegir a sus gobernantes a partir de la negociación entre los grupos de poder.

Esta costumbre se mantuvo cuando nos convertimos en Nueva España. Pero hubo un cambio importante: los españoles trajeron una institución que todavía subsiste y donde comenzó a construirse nuestra historia electoral: el ayuntamiento.

Concebido como una nueva ordenación territorial y gubernamental, el ayuntamiento se manejaba de manera autónoma y sólo le rendía cuentas directamente al Rey de España. Los ayuntamientos normalmente eran gobernados por criollos (aunque los hubo de indígenas) y fueron determinantes para defender los intereses novohispanos ante el avance de los peninsulares luego de las Reformas Borbónicas de 1760.

Pero en los ayuntamientos tampoco había elecciones. Más bien se elegía por sorteo a los nuevos alcaldes, de entre aquellas personas que parecían las más capacitadas para gobernar. Normalmente eran criollos, con dinero y educación, lo que impedía que otros grupos pudieran llegar al poder.

En 1812, con España invadida y los reyes en Francia, el imperio estaba consternado. No había quién gobernara puesto que nadie más tenía el derecho divino de hacerlo. Por esta razón, en ese año se realizó un gran congreso en el puerto de Cádiz, al que acudieron diputados de todos los territorios españoles.

En Cádiz se promulgó una constitución liberal que, entre otras cosas, establecía cómo debían realizarse las elecciones para escoger a los nuevos diputados provinciales y a Cortes. Cuando la Constitución de Cádiz fue jurada en la Ciudad de México, los criollos la recibieron con alegría y los peninsulares con enojo. Los segundos temían que estos "americanos" se valieran de la Constitución para arrebatarle el poder a los españoles.

Las primeras elecciones en México se celebraron a finales de 1812. en Cádiz se había establecido que el proceso electoral debía ser indirecto (o sea, el ciudadano no vota por un candidato, sino por un elector que va a escoger al nuevo diputado).

Para realizar las elecciones, primero había que reunir a todos los feligreses de una parroquia. Entre ellos se escogería a los funcionarios de casilla (presidente, secretario y dos escrutadores). Luego se realizaría un Tedeum para pedirle a Dios su protección durante el proceso electoral. Después, los funcionarios y los votantes se trasladaban a un gran salón para llevar a cabo las elecciones.

El presidente le preguntaba a todos los votantes (sólo hombres) si habían sido obligados a asistir o tenían alguna queja antes de empezar. Normalmente las respuestas eran negativas, por lo que las elecciones comenzaban sin problemas. Cada votante emitía su voto (el cual podía ser oral o escrito). Al terminar la elección, aquellos ciudadanos que hubieran obtenido mayores votos se reunían con los ganadores de otras parroquias para escoger a los llamados "electores de partido".

Estos nuevos electores se trasladaban a la capital de la provincia para volver a votar y escoger a los "electores de provincia", quienes eran los que en realidad votaban por los diputados. El proceso era complejo, ya que si bien se buscaba impulsar la participación de todos los ciudadanos, al mismo tiempo se quería limitar la participación del pueblo, especialmente de aquellos que eran pobres e incultos.

La ley electoral proveniente de la Constitución de Cádiz no preveía la posibilidad de que hubiera "prácticas preelectorales" como la promoción por un determinado candidato. Pero eso comenzó a ocurrir inmediatamente. Los grupos con mayor poder dentro de la sociedad novohispana (e interesados en que los diputados los apoyaran en sus negocios) comenzaron a repartir entre el pueblo listas con los nombres de los candidatos que debían ser elegidos, también les daban dinero a cambio de su apoyo y organizaban las elecciones a su conveniencia.

La Constitución de Cádiz señalaba que cualquier problema que surgiera durante el proceso electoral debía ser resuelto por los funcionarios de casilla. Esto hacía que los grupos de poder se pelearan esas posiciones, pues el que controlaba la casilla controlaba gran parte de las elecciones. Para que sus candidatos ganaran no tenían ningún reparo en permitir que votaran personas que no eran de esas parroquias y al mismo tiempo le negaban al voto a quien estuviera en su contra.

En nuestro país se realizaron tres elecciones bajo la Constitución de Cádiz: 1812, 1813 y 1820. En 1821 México se independizó de España con el pretexto de que esa Constitución era muy liberal, pero cuando se formó el Imperio Mexicano en septiembre de 1821, hubo que recurrir a ella para gobernar el nuevo Estado.

El 28 de septiembre de 1821 se formó la Junta Provisional Gubernativa, la cual tenía por misión llamar a elecciones para un nuevo grupo de diputados promulgara la constitución del Imperio Mexicano. Desde el principio hubo problemas. Los miembros de la Junta propusieron que las elecciones se realizaran con el modelo indirecto de la Constitución de Cádiz, pero Agustín de Iturbide tenía otros planes.

Ante la negativa de España a reconocer la independencia nacional y a mandarnos un príncipe que nos gobernara, México necesitaba urgentemente un gobernante y una carta magna para legitimarse como Estado. Al mismo tiempo, la nueva élite política mexicana se preguntaba cómo debía ser ese Imperio que estaban formando y quién debía gobernarlo: el congreso o el emperador.

Iturbide y sus aliados decidieron que él debía concentrar todo el poder, así que el 8 de noviembre de 1821 presionaron a la Junta Provisional para que aceptara su propuesta: en lugar de una cámara formada por diputados electos de manera indirecta, el consumador de la independencia prefería dos cámaras, una bajo el modelo de Cádiz y la otra formada por los miembros más representativos de los grupos poderosos del nuevo país.

En esa segunda Cámara tendrían un lugar los clérigos, el ejército, los comerciantes, los mineros, los hacendados, los abogados, los burócratas, la vieja aristocracia española y el "pueblo". Todo ésto con la intención de crear una nueva aristocracia mexicana que protegiera al emperador.

Sin embargo, y a pesar de sus intentos, el proyecto de Iturbide fracasó: en una abigarrada mezcla del proyecto iturbidista con el modelo de Cádiz se formó una Cámara con 162 diputados, de los cuales sólo 48 representaban a los grupos de poder. Muy pocos para defender las iniciativas de ley del emperador.

La naciente prensa mexicana opinó largamente sobre estas elecciones. A "publicistas" como Carlos María de Bustamante, les parecía que era necesario motivar al pueblo para que participara, pero para ello había que sanear el proceso electoral, con la finalidad de evitar los problemas que hubo anteriormente.

Las elecciones limpias eran imprescindibles para darle confianza a la nación y comenzar un proceso de legitimación. Pero ello sólo sería posible si las casillas electorales contaban con padrones confiables (para evitar que cualquiera pudiera votar varias veces), boletas foliadas y especialmente con la participación directa de los vecinos del lugar.

Uno de estos "publicistas", José Joaquín Fernández de Lizardi, llegó a recomendar que todo aquel funcionario de casilla que fuera descubierto cometiendo alguna trampa electoral, debía ser fusilado en ese mismo lugar, para que nadie más volviera a manipular al pueblo.

Al final, el primer Congreso Constituyente Mexicano no cumplió con la misión que le fue asignada. Jamás promulgaron la tan deseada Carta Magna. En su lugar se dedicaron a boicotear al emperador hasta que éste abdicó al poder a principios de 1823.

En esta primera entrega sobre la historia de las elecciones en México, nos queda claro que vivimos bajo un sistema de antiguo régimen en el que las decisiones eran tomadas por grupos de poder, hasta que las cosas comenzaron a cambiar en 1812 luego de la promulgación de la constitución liberal de ese año.

A los nuevos políticos mexicanos les interesó mantenerse en el poder, motivar la participación ciudadana, limitar el poder del legislativo e impedir que los pobres participaran ampliamente en la política (a pesar de que los usaban para alabar a Iturbide y compraban sus votos)

Cuando el Imperio se vino abajo, comenzó una etapa de incertidumbre, en la que parecía que México moriría en cualquier instante. ¿Cómo logró sobrevivir y cuál fue la importancia de los procesos electorales durante esa etapa? de eso platicaremos la próxima semana.

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