Obama y la lectura como herramienta para el futuro.


En su Blog Clíonauta, (que no tiene nada que ver con éste, pero se los recomiendo mucho), Anaclet Pons escribió hace unos días un post llamado Obama lee libros de historia. En él nos cuenta que el presidente electo de Estados Unidos disfrutó hace unos meses la lectura de un interesante libro: Team of Rivals, escrito por Doris Goodwin. El libro trata sobre la conformación del gabinete de otro presidente norteamericano: Abraham Lincoln. Este presidente consideró que, dado el enorme problema que su país estaba viviendo con la Guerra de Secesión, era necesario que contara con un gabinete formado por los políticos más talentosos que pudiera encontrar, sin importar que hubieran sido sus rivales en otras épocas. Lincoln prefirió el talento antes que la obediencia incondicional, y fue capaz de conducir a personalidades tan diversas, confiado de que sería capaz de encontrar en ellos los puntos de contacto necesarios para superar la grave crisis que sufría en ese momento la Unión Americana.
Se nota que Obama está siguiendo rigurosamente esa lección. El simple hecho de que le haya propuesto a Hillary Clinton, su gran adversaria en la campaña por la nominación demócrata a la presidencia, como la nueva titular del Departamento de Estado es prueba de ello.
Es cierto que Obama se enfrentará a muchos problemas: la gran crisis económica, Irak, el terrorismo, y sobre todo lo anterior el profundo desprestigio de su país ante el mundo. Sin embargo, hay señales, aunque pequeñas, que me dan esperanza de que la situación puede ser, si no mejor, quizá menos mala de lo que hemos vivido todos durante la horrible era Bush.
El hecho de que la Casa Blanca vuelva a tener como inquilino a alguien acostumbrado a leer me da mucho gusto. Recuerdo que hace ocho años, Bill Clinton acostumbraba tener cenas con Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, entre muchos otros. También recuerdo que era capaz de citar a Tácito y a Tito Livio. Durante el gobierno de Bill Clinton, Estados Unidos vivió en superavit; la primera vez que eso ocurría en todo el siglo XX, como señala Reporte Indigo.
En México extrañamos todavía a José Luis Borgues y Rabina la Gran Tagora, quienes eran las lecturas de cabecera de esa gran pareja presidencial que convirtió a Los Pinos en un rancho durante seis años. No sé si a Felipe Calderón le gusta leer, pero supongo que, por lo menos, los libros no le son extraños, dado que hizo su licenciatura en la Escuela Libre de Derecho, acostumbrada a formar excelentes abogados.
Como sea, volviendo al primer tema, qué bueno que a Obama le gusta leer. Escuché hoy a Gabriel Retes, quien dijo en una entrevista que "ya era hora de que a México lo gobernara un humanista". Por lo menos, los norteamericanos tendrán uno a partir del próximo 20 de enero. Ojalá no pase mucho tiempo antes de que nosotros también podamos presumir que tenemos un presidente que no cree que la felicidad está en la ignorancia.

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