Daniel Cosío Villegas y la crisis de nuestro México



Vivimos una etapa oscura. No hay que dar muchos argumentos para confirmarlo. Entre la delicuencia desatada, la pobreza incrementada por la reciente crisis económica y un gobierno que todavía no sale del bache electoral de 2006, México navega a la deriva sin conciencia de su pasado ni con la luz de un auténtico proyecto nacional.
Quisiera no sonar tan pesimista, y menos en estas épocas navideñas. Pero lo cierto es que no la hemos pasado bien. Tenemos demasiados problemas y muy pocas vías de solución.Una vez más, si no tenemos claro el futuro, tenemos que recurrir a la historia para reencontrar el camino. Por eso vale la pena regresar a Daniel Cosío Villegas, quien con su ensayo La Crisis de México diseccionó a la Revolución Mexicana y descubrió en 1947 cuáles serían los problemas que en 2008 nos toca sufrir.
Hay que decir primero que La Crisis de México es un ensayo que se publicó en la revista Cuadernos Americanos, de donde fue sacado sin autorización de su autor para que se publicara en el diario Excélsior. En su biografía sobre Cosío Villegas, Enrique Krauze cuenta con detalle esta historia y sus repercusiones.
Actualmente, puedes leer este muy recomendable ensayo en el libro Extremos de América, publicado por el Fondo de Cultura Económica.
Cosío Villegas empieza el ensayo con varias ideas contundentes: México vive una gran crisis porque las metas de la Revolución Mexicana se han agotado. El proceso iniciado en 1910 ha perdido su sentido y la clase política mexicana se dedica a conseguir metas a corto plazo sin preocuparse por establecer un verdadero proyecto nacional.
El origen está en el Porfiriato. Luego del gran desorden en el que vivió México durante tres cuartas partes del siglo XIX, Porfirio Díaz logró darle dos cosas fundamentales a esta nación: orden y progreso. Sin embargo, a cambio de ello instauró una dictadura que impedía la participación política, y acendró la inequitativa distribución de la riqueza.
La Revolución Mexicana se fundó sobre la promesa de que estos dos problemas se resolverían. Para lograrlo derrocó al Porfiriato, se enfocó en reformar al campo y proteger a los obreros (los polos industriales mexicanos de esa época) y acendró al nacionalismo, para darle a esta sociedad un sentido de pertenencia y una dirección.
Sin embargo, para decirlo en palabras de Cosío Villegas: "Todos los hombres de la Revolución Mexicana, sin exceptuar a ninguno, han sido inferiores a las exigencias de ésta". En una mezcla de ineptitud y corrupción, los caudillos fueron capaces de destruir el sistema anterior, pero no construyeron un nuevo aparato político-social que acabara con la pobreza y modernizara a México en todos los sentidos.
El campo pasó por una reforma agraria, pero ésta no logró que México dejara de ser pobre; los obreros gozaron de una legislación que los protegía de sus patrones, pero no de los sindicatos, quienes medraron con sus agremiados como si fueran una mercancía.
La educación también se transformó, pero no se apoyó la capacitación técnica para crear pequeñas industrias, y la educación superior nunca alcanzó el nivel que tuvo durante el Porfiriato (además de que también cayó en la trampa de los sindicatos).
El poder legislativo siempre actuó como un apéndice del Ejecutivo, al grado tal que ser senador o diputado era (y es) uno de los elementos más despreciables de la sociedad mexicana.
La prensa prefirió pactar con el Estado para convertirse en una gran empresa, y salvo excepciones, nunca quizo ser el ágora que la sociedad mexicana necesitaba para debatir sobre su presente.
La Revolución logró crear mucha riqueza, pero ésta se volvió a concentrar en pocas manos, y los pobres crecieron en número, y la deshonestidad e ineptitud gubernamentales permitieron que la inseguridad pública creciera hasta los niveles que ahora padecemos.
¿Qué hacer para salir de esta situación? Cosío Villegas dice que el país necesitaba una gran sacudida que descontrolara a todas las estructuras de poder de México, y para ello, una posible solución era la de darle el poder a la derecha.
Si los "conservadores" (en palabras de Cosío) regresaban al poder e imponían su voluntad, los "liberales" se verían obligados a regresar al escenario político para impedirlo, y sólo lo lograrían si renovaban sus lazos con el pueblo, a través de prometerle reformas sociales (las cuales tendrían que cumplir al llegar al poder).
Sin embargo, Cosío Villegas no confía en esta posibilidad, por lo que termina su ensayo estableciendo que, para sobrevivir, la Revolución debe reafirmar sus principios y depurar a sus hombres. De otra manera, el país seguiría decayendo, hasta que el desorden hiciera crecer la posibilidad de que el Ejército tomara el poder, ofreciendo lo mismo que el Porfiriato le dio a México: orden y progreso.
Este texto tiene poco más de sesenta años de antigüedad; muchas de las circunstancias que Cosío Villegas veía en su momento cambiaron con el paso del tiempo. De hecho, la Revolución Mexicana es sólo una fecha en el calendario. Sin embargo, los problemas que veía Cosío Villegas siguen ahí: El poder ya no está en manos ni de una persona ni de un partido, pero si es patrimonio exclusivo de una oligarquía que no permite que la sociedad lo dispute democráticamente.
El campo está destruido. A excepción de los latifundios, el resto está abandonado por los que se fueron a Estados Unidos o se usa para sembrar drogas. Los obreros viven uno de sus peores momentos, porque no encuentran trabajo o laboran con sueldos bajísimos, lo que los orilla al comercio informal, la delicuencia o la emigración.
La educación tiene grandes problemas, en su mayoría es caduca, de baja calidad, y está atenida a las decisiones del Sindicato de Maestros con su tenebrosa líder Elba Esther Gordillo.
El poder legislativo se convirtió en el centro del sistema político mexicano, pero eso no lo hizo mejorar. Sigue siendo burocrático, antidemocrático y oligárquico. La prensa pasó por un proceso de apertura durante los años 90, pero ahora, que es tan sencillo criticar y hasta burlarse del Poder Ejecutivo, no se atreve a cuestionar con el mismo rigor al poder económico.
México es un país riquísimo, y tenemos muchos millonarios. Pero a cambio, la mitad del país vive en la más espantosa pobreza y con su futuro cancelado. Desde hace ocho años nos gobierna la derecha, pero no es diferente al PRI de fines del siglo XX, ni ha "levantado" a los liberales para que luchen políticamente contra ella. El PAN vive satisfaciendo sus pequeños intereses, corrompiéndose como el PRI, sin un proyecto a futuro para esta nación y con desprecio por ese pasado en el que ellos jugaron el papel de los perdedores.
Cosío Villegas señala que uno de los méritos del Maderismo fue reconocer que el orden y el progreso material no eran suficientes para una nación. Sin libertad ni democracia, y con millones de personas que no encontramos las oportunidades que nos merecemos, el país sigue navegando a la deriva en un mar cada vez más sombrío.
La Revolución Mexicana terminó siendo una fecha, una calle y un bostezo. Pero fue justamente lo que ahora nos hace falta: un proyecto de nación en el que la libertad, la democracia, la movilidad y el bienestar social y la posibilidad de un buen futuro fueran reales.
No sé si necesitamos una nueva Revolución, pero nos hace mucha falta volver a creer que nos merecemos un buen mañana, y aplicar toda nuestra inteligencia y nuestra voluntad para lograrlo. Sólo de ese modo seremos ciudadanos, y la eterna crisis de México desaparecerá. ¿O tú qué opinas?







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